La creatividad es una facultad mental más

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Imagen especular del ensueño

Uno de los autores que más han estudiado la creatividad desde el punto de vista psicológico ha sido el psiquiatra norteamericano Albert Rothenberg, que fue profesor en Harvard.

Este autor considera que el proceso creativo es la imagen especular del ensueño, imagen que tiene que ser similar al objeto que refleja, pero que tanto biológica como psicológica y socialmente es el reverso del ensueño.

¿Por qué dice esto Rothenberg? Pues porque la persona creativa utiliza conscientemente los mecanismos y procesos característicos del pensamiento onírico para abstraer, conceptuar y concretar, pero así también para revertir los efectos de la censura consciente.

El sujeto creador emplea la lógica característica de la vigilia consciente, los procesos de su pensamiento son similares a lo que hemos visto que Freud llamó ‘proceso secundario’, pero prestando también atención a los factores que son importantes en el pensamiento inconsciente, alterando las secuencias temporales, desplazando y comprimiendo. El sujeto creador utiliza, pues, dos procesos específicos de pensamiento que son similares, pero inversos, de manera simultánea.

Si el pensamiento onírico produce imágenes y secuencias confusas, caóticas e ilógicas, el proceso creativo produce orden e imágenes y metáforas significativas, así como conceptos claros.

Hemos dicho que una característica del proceso creativo es revertir los efectos de la censura inconsciente, de manera que, por ejemplo, en la creación artística, encontramos mucho material inconsciente y que contribuye a su valor intrínseco.

Pensamiento jánico complejo

Pero la contribución que, a mi entender, es más significativa del análisis que Rothenberg hace del proceso creativo, es haber formulado que la persona creadora se guía por un tipo de pensamiento que él llama ‘jánico’, término basado en las cualidades del dios romano Jano, dios cuyas muchas caras miraban en varias direcciones al mismo tiempo y que, por ello, da el nombre al mes de Enero, January en inglés, por mirar hacia el pasado y el futuro simultáneamente.

Según Rothenberg, el pensamiento jánico se caracteriza por concebir activamente dos o más ideas, imágenes o conceptos opuestos simultáneamente. Los conceptos opuestos o antitéticos se conciben como existentes uno junto al otro, o igualmente operativos y verdaderos. Es un pensamiento complejo, diferente del pensamiento dialéctico, de la ambivalencia y de los pensamientos de los niños o de los esquizofrénicos.

Para poner un ejemplo, me voy a referir a un trabajo que Rothenberg publicó en 1971, en donde acuñó por vez primera el término ‘jánico’ para el pensamiento creativo de Albert Einstein.

En este trabajo, Rothenberg cita un ensayo de Einstein publicado en 1919 con el título: La idea fundamental de la relatividad general en su forma original. En este ensayo Einstein se refería a las teorías contradictorias de Faraday y Maxwell-Lorentz. Decía sobre ello lo siguiente: “El pensamiento de que estemos tratando aquí con dos casos fundamentalmente diferentes fue para mí insoportable. La diferencia entre estos dos casos no podía ser una diferencia real, sino más bien, en mi convicción, sólo podía ser una diferencia en la elección del punto de referencia”.

Así nació, pues, la teoría general de la relatividad: Dos posturas contradictorias que él consideró ambas válidas porque dependían de puntos de vista diferentes. Dos pensamientos contradictorios que Einstein supera aceptando ambos, o, con otras palabras, dando un salto no-dualista en su pensamiento.

El pensamiento jánico tiene lugar en plena consciencia, con plena racionalidad y facultades lógicas plenamente operativas. Por tanto, es un tipo especial de operación de pensamiento secundario, racional. Pero que hace uso de mecanismos del pensamiento onírico o primario, aprovechándose de materiales inconscientes. Es lo que el psiquiatra italiano Silvano Arieti llamó proceso terciario, es decir, la combinación de los procesos primario y secundario.

Visionando el futuro

Los griegos algo de esto sabían cuando crearon el mito de Tiresías. Según este mito, Tiresías era un sacerdote de Zeus y siendo aún un hombre joven, se encontró a dos serpientes copulando; golpeó a la hembra en la cabeza con su bastón y al punto se convirtió él mismo en mujer. Transformado en mujer, se hizo sacerdotisa de la diosa Hera, se casó y tuvo varios hijos. Tras siete años de ser mujer se encontró de nuevo a dos serpientes copulando y esta vez golpeó con su bastón la cabeza del macho, convirtiéndose de inmediato de nuevo en hombre.

Como resultado de sus experiencias en ambos sexos, Zeus y Hera le plantearon la pregunta de quién de los dos sentía más placer en el acto sexual, si el hombre o la mujer. Zeus era de la opinión que era la mujer, pero Hera sostenía que era el hombre. Tiresías se colocó del lado de Zeus diciendo que en una escala del uno al diez la mujer gozaba seis veces más que el hombre. Irritada por la respuesta, Hera lo dejó ciego, pero Zeus le concedió el don de la profecía. Es decir, la unión de los contrarios, lo que el psicólogo Carl Gustav Jung llamaba la coniunctio oppositorum, conlleva nuevas facultades como la visión del futuro.

De nuevo, aquí se intuye que la conjunción de dos contrarios, en este caso el hombre y la mujer, lo masculino y lo femenino, es capaz, cuando se poseen ambos, de conferir facultades extraordinarias como son la clarividencia y la profecía.

Otra característica del proceso creativo es lo que Rothenberg ha llamado pensamiento homoespacial, que consiste en concebir activamente dos o más entidades discretas que ocupan el mismo espacio, una concepción que conduce a la articulación de nuevas identidades.

Dependiendo de dónde se manifiesta este proceso creativo, se trataría de la superposición de sensaciones discretas, patrones de sonidos, palabras escritas, imágenes visuales, etc. Se suele dar este fenómeno mucho más corrientemente en las artes.

Salto teórico creativo

Algo parecido a lo referido sobre Einstein ocurrió con el biólogo Charles Darwin. Veamos aquí su propia descripción de las circunstancias en las que tuvo lugar este salto de pensamiento, el salto teórico creativo.

Tras un largo tiempo de búsqueda de la formulación apropiada (unos cuatro años según su propia biografía), Darwin constató lo siguiente:

“Tuve la ocasión de leer por pura diversión a Malthus, su libro sobre poblaciones”, y tras algunas frases dice: “y de pronto se me ocurrió”. En ese momento nació la teoría de la evolución de las especies.

El hecho de que Darwin estuviese leyendo a Malthus cuando descubre su idea de la selección natural se ha interpretado como algo extraño y paradójico, dado que el elemento principal de la tesis de Malthus era que un crecimiento sin trabas de la población humana en un entorno fijo llevaría a la exterminación de la especie gracias a la lucha por la existencia. Sin embargo, vemos a Darwin postular lo contrario, es decir, que esa lucha por la existencia resultaba en el aumento y la perfección de las especies respecto a su entorno.

Probablemente Darwin aceptó y entendió la idea de Malthus de que la lucha por la existencia podía llevar a la destrucción de la especie, pero pensó también lo contrario, que podría conducir a la selección adaptativa. De acuerdo con Rothenberg, estaríamos pues de nuevo ante una manifestación del pensamiento jánico que es capaz de pensar un concepto y el contrario sin problemas.

Superando antinomias

Llama la atención que en ciencia a veces las contradicciones se resuelven superando las antinomias. Yo pongo siempre el ejemplo de Cajal y Gerlach. El primero planteando que las neuronas constituían una unidad anatómica y funcional independiente, lo que se conoce como la doctrina de la neurona; y el profesor de anatomía de la Universidad de Erlangen, Joseph von Gerlach sostenía que las neuronas formaban un retículo y no un sistema compuesto de células discretas como sostenía Cajal.

Cajal tenía razón. Sin embargo, hoy se sabe que las sinapsis eléctricas se establecen entre muchas células que actúan como un sincitio, por lo que se puede concluir que ambos tenían razón. Este tipo de sinapsis se encuentra en numerosas regiones del cerebro adulto, como son el tálamo dorsal, el estriado, el cerebelo, la corteza cerebral o el hipocampo.

Otro ejemplo puede ser el de Darwin y Lamarck. Este último sostenía que los caracteres adquiridos se heredaban. Darwin decía que en el proceso de selección natural las variaciones ventajosas se incrementan por herencia. Darwin tenía razón, y, sin embargo, la epigenética, y el llamado “Efecto Baldwin” ha hecho revivir la idea de Lamarck, aunque modificada, gracias al hecho de que los factores ambientales pueden conducir a cambios en la expresión de determinados genes.

Es lo que ocurre, por ejemplo, con las personas que se han trasladado a una gran altitud para vivir en ella de modo permanente. La selección natural favorecerá las mutaciones genéticas que incrementen la producción de glóbulos rojos, como es el caso de las poblaciones indígenas de Suramérica que viven en los altos Andes.

También en la mecánica cuántica

Curiosamente, en la mecánica cuántica ocurre un fenómeno similar, porque se produce una ruptura en la dualidad entre onda y partícula. Dependiendo de cómo se realiza la medición, un electrón puede aparecer actuando como onda o como partícula, de forma que onda y partícula no son dos cosas diferentes, sino dos modos de observar la misma cosa. Es algo parecido a la diferencia que establecemos entre cerebro y mente. En realidad, todo indica que son dos maneras, una objetiva y la otra subjetiva, de observar un mismo fenómeno.

Todo esto lo que muestra asimismo es que el pensamiento dualista o binario es el resultado de una predisposición genética o categoría de la mente, como diría Kant, que nos hace ver el mundo en términos antitéticos.

En otro orden de cosas se ha afirmado que en los estados místicos ocurre algo parecido, en el sentido de que los opuestos se difuminan, como la división entre el yo y el mundo, la naturaleza o Dios. El éxtasis suele producirse por una hiperactividad del sistema simpático y parasimpático conjuntamente.

Y sin embargo, como dije antes, no se conocen actos creativos en los místicos de las diferentes religiones. Esto se puede deber al hecho de que estos estados místicos representen una regresión al pensamiento mítico, mágico, edénico, como hipoteticé en mi último libro El pensamiento dualista.

Siempre se ha postulado que, como algunas personas creativas han estado gravemente enfermas con enfermedades mentales o psíquicas, el genio y la locura deberían ser estrechos aliados.