Las emociones dificultan el olvido de recuerdos indeseados

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El cerebro del olvido

Estudios anteriores habían observado que cuando ocurre este olvido intencional, se activan especialmente las estructuras de control del cerebro, como la corteza prefrontal, y las estructuras de memoria a largo plazo, como el hipocampo.

El nuevo estudio, sin embargo, ha determinado que el olvido intencional dinamiza también las áreas sensoriales y perceptivas del cerebro, específicamente la corteza temporal ventral, y los patrones de actividad que corresponden a representaciones de memoria de estímulos visuales complejos.

Lo descubrieron rastreando patrones cerebrales de actividad en un grupo de voluntarios sanos a los que mostraron imágenes de escenas y de rostros, pidiéndoles que recordaran u olvidaran cada una de esas imágenes.

Sus hallazgos no solo confirmaron que los humanos tenemos la capacidad de controlar lo que olvidamos, sino también que el olvido intencional exitoso requiere "niveles moderados" de actividad cerebral en estas áreas sensoriales y perceptivas.

Eso significa que el proceso de olvidar necesita la implicación no sólo de las estructuras de control del cerebro descubiertas anteriormente, sino también de las áreas sensoriales y perceptivas, lo que implica más actividad cerebral de la que se requiere para recordar.

"Un nivel moderado de actividad cerebral (en esas zonas) es crítico para este mecanismo de olvido. Demasiado fuerte, fortalecerá la memoria; demasiado débil, y no modificará el recuerdo ", señala Tracy Wang, autora principal del estudio, en un comunicado.

Y añade: "Es importante destacar que es la intención de olvidar lo que aumenta la activación de la memoria, y que cuando esta activación alcanza el punto de 'nivel moderado', es cuando más tarde se olvida esa experiencia". Es decir, hay que evocar ligeramente el recuerdo que queremos olvidar para que finalmente desaparezca de la memoria.

El factor emocional influye

Los investigadores también descubrieron que los participantes eran más propensos a olvidar las escenas que los rostros, ya que estos pueden llevar mucha más información emocional y dificultar el olvido, señalan los investigadores.

"Estamos aprendiendo cómo estos mecanismos en nuestro cerebro responden a diferentes tipos de información, y se requerirá mucha más investigación y replicación de este trabajo antes de que entendamos cómo aprovechar nuestra capacidad de olvidar", añade Lewis-Peacock, otro de los investigadores, que mide cuánta atención se presta a ciertos tipos de recuerdos.

"Esto abrirá el camino para futuros estudios sobre cómo procesamos, y esperamos deshacernos de esos recuerdos emocionales realmente fuertes y pegajosos, que pueden tener un impacto poderoso en nuestra salud y bienestar", concluye Lewis-Peacock.