La muerte cerebral no es totalmente irreversible

Tecnologia
Metodología de la investigación

El sistema llevado a cabo por los investigadores consistió en extraer los cerebros de unos cerdos que habían sido decapitados cuatro horas antes.

A continuación conectaron esos cerebros a una especie de sangre artificial, en realidad un fluido llamado BrainEx, durante seis horas.

Este fluido contiene sustancias químicas que protegen a las células nerviosas, pero, a diferencia de la sangre, no tiene células inmunitarias que puedan contribuir al daño cerebral.

Esta técnica redujo el daño que se produce en las neuronas después de la muerte corporal y restableció la capacidad de las células cerebrales para realizar algunas funciones vitales, como el consumo de glucosa y oxígeno.

Según Nenad Sestan, autor principal de esta investigación, “el cerebro intacto de un mamífero grande conserva una capacidad previamente subestimada para restaurar la circulación y ciertas actividades moleculares y celulares horas después de la detención circulatoria”.

Sin consciencia

Los investigadores consideran que esta revitalización cerebral, obtenida horas después de la muerte del organismo, se debe a las características del fluido que se introdujo en el cerebro: contenía medicamentos que ayudan a la recuperación neuronal, al mismo tiempo que evitan que los cerebros experimenten algún tipo de conciencia.

Sin embargo, lo más sorprendente fue que, cuando diseccionaron los cerebros y separaron algunas neuronas, observaron que aún en ese estado de aislamiento emitían señales eléctricas asociadas a la actividad de un cerebro en plenas facultades.

Pero también algo les quedó claro: no encontraron indicios de ondas cerebrales, necesarias para cualquier tipo de consciencia. "La actividad eléctrica organizada, asociada con la consciencia, nunca se detectó", aclara Stephen Latham, otro de los investigadores. Si hubiera habido alguna onda cerebral, habrían detenido el experimento, añade.

La conclusión principal que se extrae de este experimento es que, en contra de lo que se admitía hasta ahora, algunas actividades celulares pueden restablecerse hasta cuatro horas después de la muerte de un organismo, incluso si no ha sido enfriado. "La muerte celular ocurre en una ventana de tiempo más larga de lo que pensábamos", dice Sestan.

Aunque el descubrimiento no afectará, al menos de inmediato, a la donación de órganos después de la muerte cerebral, sí ayudará a proteger el cerebro u otros órganos vitales después de un daño causado por la falta de oxígeno, como ocurre en los casos de ataques cardiacos.