A un mes de la ceremonia, el Comité Noruego del Nobel ha reiterado su independencia ante las públicas aspiraciones del presidente Trump de recibir el galardón. Trump, citando su papel en la resolución de conflictos, ignora la persistencia de guerras como las de Gaza y Ucrania. El comité afirma que las campañas de presión no influyen en su decisión, basada únicamente en los méritos de cada candidatura.
Un mes antes de la entrega del Premio Nobel de la Paz, el Comité Noruego del Nobel ha reafirmado su independencia ante las insistentes declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha expresado públicamente su deseo de recibir el premio.
Desde su regreso a la Casa Blanca en enero, el mandatario republicano de 79 años ha manifestado abiertamente su aspiración a obtener el reconocimiento, un galardón que uno de sus predecesores, Barack Obama, recibió inesperadamente en 2009. Trump suele argumentar su participación en intentos de resolución de conflictos como justificación, a pesar de la continuación de conflictos bélicos como los de Gaza y Ucrania, sin una solución a la vista.
En Oslo, el secretario del Comité, Kristian Berg Harpviken, recalcó que la cobertura mediática o las campañas de presión no influyen en sus deliberaciones: “El comité examina cada candidatura en función de sus propios méritos”, declaró a la AFP.
Trump asegura contar con el apoyo de líderes como Benjamin Netanyahu o Ilham Aliyev, aunque no se confirma si dichas nominaciones se presentaron antes de la fecha límite. Este año, 338 personas y organizaciones compiten por el Nobel, en un proceso que se mantiene bajo estricta confidencialidad.
El Comité recuerda que una nominación no es un logro en sí misma y que solo las candidaturas consideradas más relevantes son sometidas a una evaluación más exhaustiva.
A pesar de los intentos de Trump, analistas consideran sus posibilidades mínimas. Halvard Leira, del Instituto Noruego de Relaciones Internacionales, advierte que “este tipo de presión suele ser contraproducente” y que otorgarle el premio podría interpretarse como una renuncia a la independencia del comité.
El Comité Noruego ha demostrado su autonomía en ocasiones anteriores, como en 2010 cuando otorgó el Nobel de la Paz al disidente chino Liu Xiaobo, a pesar de las presiones diplomáticas de Pekín.
Expertos y observadores señalan que las posturas de Trump —su cercanía con Vladimir Putin y su apoyo a Israel en la guerra de Gaza— juegan en su contra. Tres historiadores del Nobel fueron categóricos en un artículo reciente: concederle el premio sería “perder la cabeza”.
La entrega del Nobel de la Paz está programada para el 10 de octubre en Oslo, y mientras tanto el Comité mantiene firme su postura: la independencia de su decisión es innegociable, independientemente de la campaña pública del presidente estadounidense.