15
Sáb, Nov

Descubren una 'Megaciudad' de Arañas donde Especies Enemigas Coexisten en Paz

Tecnologia
En una cueva entre Albania y Grecia, científicos han descubierto una inmensa telaraña que alberga una colonia de más de 111,000 arañas. Lo sorprendente es que esta 'megaciudad' es habitada por dos especies de arañas que normalmente serían enemigas. Este hallazgo revela aspectos inesperados sobre la adaptabilidad y el comportamiento social de estos arácnidos en entornos extremos.

El miedo a las arañas es una de las fobias más comunes. Tanto que hay videojuegos que te permiten cambiar el diseño de las arañas por el de otros animales y hasta se investiga cómo recrearlas de formas menos aterradoras. Con esto quiero decirte que, si te dan repelús, lo que han descubierto en una cueva entre Albania y Grecia será el nuevo escenario de tus pesadillas: la mayor tela de araña del mundo, una megaciudad que tiene más de 111.000 arañas.

Y lo más curioso no tiene nada que ver con la dimensión de la estructura.

En corto. Hace unos días, en la revista Subterranean Biology, un equipo de investigadores describió su gran descubrimiento: en la Cueva del Azufre entre Albania y Grecia, habían dado con una megaciudad de arañas. Realmente, el hallazgo inicial lo realizaron espeleólogos de la Sociedad Espeleológica Checa en 2022, pero científicos de la Universidad de Transilvania fueron los que visitaron y documentaron la cueva estos últimos años.

Lo que más llama la atención es un escenario de pesadilla: una estructura de ‘seda’ que cubre unos 106 metros cuadrados y en la que viven la friolera de 111.000 arañas. Se encuentra a unos 50 metros de la entrada de la cueva, en una zona de oscuridad permanente y muy estrecha, y los investigadores creen que hay miles de telarañas individuales con forma de embudo que se han ido uniendo para crear la estructura.

Aranas

La colonia. Sólo por eso, el hallazgo es digno de mención, pero lo más interesante no es el tamaño, sino las responsables. Si hablásemos de una sola especie pues vale, sería impresionante por las dimensiones, pero aquí lo relevante es que son dos especies las que conviven en la megaciudad:

Tegenaria domestica - bastante común en muchos países y con 69.000 individuos en esta estructura.

Prinerigone vagans - hay unas 42.000 de estas en la colonia.

Lo curioso es que las dos son especies solitarias y nunca antes se había documentado que formaran colonias. Además, en condiciones normales, la Tegenaria domestica cazaría a la Prinerigone vagans, bastante más pequeña, pero los investigadores se dieron cuenta de que ambas convivían en paz.

Paraíso. ¿El motivo? Puede que la oscuridad total esté inhibiendo los sentidos de las arañas, permitiendo la coexistencia, pero que el ambiente sulfúrico tóxico puede que también esté jugando un papel. Lo que tienen claro es que el ecosistema está perfectamente engrasado:

No hay fotosíntesis al no haber luz, por lo que los microorganismos que están presentes son bacterias que oxidan el azufre, convirtiendo compuestos inorgánicos en materia orgánica que se pega en las paredes.

Hay larvas de quironómidos que se alimentan de estas biopelículas.

De las larvas, salen los Tanytarsus albisutus, los mosquitos que no pican y que forman densos enjambres en un arroyo interior y del que se estima que hay 2,4 millones de individuos.

Por accidente, caen en las redes de la megaciudad arácnida y estiman que cada araña toca a 200 mosquitos, por lo que están bien alimentadas, no tienen la necesidad de cazar o abandonar la estructura y siguen ampliando la colonia.

arañas Las dos especies en amor y compañía

Implicaciones. Uno de los investigadores, István Urák, ha comentado que a menudo piensan que conocen completamente una especie “hasta el punto de que creemos que entendemos todo sobre ella, pero aun así pueden darse descubrimientos inesperados”. Y no lo dice porque las dos especies convivan, sino porque han realizado análisis de ADN que han revelado que las poblaciones de la Cueva de Azufre son distintas genéticamente a la de sus congéneres que habitan la superficie.

Esto significa una cosa: en la línea evolutiva, las de superficie han ido por un lado y las de la cueva por otro, manteniéndose lo suficientemente aisladas como para evolucionar de otra forma y adaptarse específicamente al hostil entorno que habitan. Esas diferencias se traducen en que la diversidad microbiana es menor en las arañas cavernícolas y las hembras producen menos huevos por saco que las de la superficie, posiblemente porque como no tienen depredadores, no tienen que producir tantos descendientes.

Una mina. El equipo de Urák está trabajando en un estudio de seguimiento que podrá arrojar más luz sobre estas arañas, pero además de la megaciudad de seda, otros equipos han documentado otra treintena de especies de invertebrados que se han adaptado a este entorno tan peculiar. Entre ellos, otra araña: la Metellina merianae que, al contrario que las otras dos, prefiere vivir en soledad.

Y, al margen de la curiosidad y hasta del interés científico, los investigadores han subrayado la importancia de proteger esta colonia. Por eso, no se ha compartido la ubicación exacta de la cueva, pero la situación es compleja porque se encuentra en la frontera entre Albania y Grecia y habría que ver qué país tiene potestad para su protección. Al final, se han desarrollado de forma muy específica y cualquier elemento externo que se introduzca puede ser un contaminante.

Más allá del rechazo que a muchos nos producen las arañas, este descubrimiento pone sobre la mesa que, incluso en condiciones tan hostiles como una cueva sin luz, con poco oxígeno y presencia de gases tóxicos, la vida no sólo se abre camino, sino que especies “enemigas” pueden formar comunidades enormes que viven en harmonía. 

Por el bien de las Prinerigone vagans, que nunca falten los mosquitos…